Cada Año

Dime qué quieres ser de mi...

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Amanezco con una galleta de manzana y avena en la mano y una sonrisa de oreja a oreja dibujada en la cara. Los días soleados suelen ser más cortos en esta época del año y una extraña corriente de aire helado se cuela por algún lado y la cama suele abrazarme de regreso a las cobijas. Regreso a soñar y llegar a esos lugares que vienen y van siempre en este día, siempre en este periodo limitado de tiempo. El disco eterno de mi cabeza vuelve a tocar, una y otra vez. Una y otra vez dejando canciones en mi cabeza, la fortuna de ser una rocola humana y programada de tal manera que este día, sin que me lo proponga, toque ésta canción en especial, con baile y beso de por medio. Cena/baile.

Estoy pensando en cosas que suceden cada año y encuentro muchas y mi sonrisa simétrica y suaves viajes en auto através de la ciudad, yo tras el volante mientras los demás cabecean y van desapareciendo uno tras otro sin dejar rastro, despidiéndose con la manita agitada. Viajes de un extremo a otro, mientras babeas mi asiento y yo subo el volumen. El disco eterno, claro está.

Te dejo al final. Manejo por el camino más largo y aprovecho los altos para reirme de tu sueño, recoger tu cabello, tal vez apretar tu mano y decirte cosas inconexas que no recordarás. Me detengo y compro otra galleta de manzana... y ésta es la última vez...